Entre
higueras y naranjos
Impresiones
de un visitante
Cuando
te acercas a ‘La Casa del Lago en el Algarve’ por una carretera
comarcal, entre higueras y naranjos, te sientes como si lentamente te
adentraras en un mundo de paz y relax. Sí; estás en el Algarve
portugués. Sí; es la zona más turística de Portugal. Pero ¿quién
podría sospechar que a tan sólo tres kilómetros de la playa te
transportas a un mundo rural casi desconocido?
‘La
casa del Lago’ está escondida en un paraje rural entre
Moncarapacho, un pueblo del interior y Fuseta, un pueblo costero en
plena Ría Formosa, el parque natural del Algarve. El Doñana
portugués, para entendernos. Es un paraje natural bastante más
pequeño en extensión pero, igualmente, de incalculable valor
ecológico. El parque natural de la Ría Formosa lo forman un humedal
entre dos penínsulas y cinco islotes que hacen frente a las
incesantes mareas del Atlántico. El parque abarca los Conçelhos
territoriales de Tavira, Olhao y Faro. Visitar el parque no se hace
obligatorio, es que nada más salir de ‘La Casa del Lago’ y
dirigirte a Fuseta ya estás en pleno parque natural. Al pasear por
el puerto pesquero de Fuseta y su paseo marítimo ya estás caminando
al borde del parque. Desde su bien adoquinado paseo, típico de
Portugal, puedes dejar volar tu mirada hacia las islas cercanas que
forman el parque.
A
partir de mediados de Mayo, un barco bus te lleva a varias horas del
día desde el puerto a la isla y de vuelta. En la isla te encuentras
con una playa kilométrica de arena blanca reluciente. ‘Aglomeración’
es una palabra desconocida en esta zona del Algarve. Nada que ver con
las abarrotadas playas de Portimao o Albufeira. Pero que el pueblo
destile tranquilidad y sosiego no significa que sea un enclave
muerto. Fuseta garantiza al visitante una variedad interesante de
locales de copas, pastelerías, heladerías y restaurantes donde
disfrutar de la rica gastronomía portuguesa. En relación a las
maravillas culinarias hay que nombrar pueblos cercanos que hacen
alarde de ser capitales de delicias del paladar. Olhao, se otorga el
nombre de capital del marisco en la zona. En las inmediaciones de
Tavira una pequeña aldea llamada Sta. Luzia se atribuye el ser la
‘capital do polvo’. Que nadie se lleve a engaños; ‘polvo’
significa pulpo en portugués.
Y
¿cómo no mencionar una de las atracciones gastronómicas de la
zona? ‘el jartón de pescao’ como lo bautizó mi familia
política. Se trata de restaurantes que te cobran un precio fijo por
cubierto y te sirven pescado asado hasta que el cuerpo aguante. Para
más gusto lo puedes bañar con un exquisito ‘vinho verde’ de la
zona. Y si puedes rematar la faena con una de las impresionantes
tartas (bolos) de higos y almendras, te aseguro que después sólo te
apetece buscar refugio a la sombra en ‘La casa del lago’.
Volviendo
a ‘La casa del lago’. Se trata de una edificación sencilla y
agradable. Se sitúa en medio de una finca de más de diez mil metros
cuadrados entre naranjos, mandarinos, algunos almendros y enormes
granados. Los sólidos muros relucientemente encalados aseguran una
temperatura agradable en su interior. Pero mucho más recomendable es
tumbarse debajo de los granados o los naranjos que flanquean la
entrada de la puerta al porche trasero. Mientras tú dormitas, los
que prefieran un chapuzón refrescante pueden disfrutar de una pulcra
piscina que hará las delicias de los niños y los mayores, por
supuesto.
A
estas alturas alguien puede pensar y eso del lago ¿de dónde le
viene? El lago es una enorme alberca de regadío que se encuentra en
medio de la finca, y servía en otros tiempos para recoger el agua de
la lluvia y, junto con el pozo, abastecer el regadío de los
diferentes cultivos de la finca. Hoy sólo ha quedado para darle
nombre a la ésta. Pero por las noches puedes dormir oyendo el
concierto de las ranas que habitan el lago.
La
casa dispone de dos dormitorios, una enorme cocina dos baños y un
salón que se puede transformar en un enorme dormitorio adicional.
Los visitantes a los que les gusta perderse en la tranquilidad se
encuentran aquí con un sitio ideal. Y si, además, vienen con niños
el placer para ellos aún es mayor. Disponen de piscina, como ya
comenté, pueden jugar a los piratas en medio del lago, si llevas una
barca hinchable, y por supuesto, pueden perderse como Peter Pan en el
país de Nunca Jamás. Y lo mejor de todo; puedes dejar que exploren
la finca sin temor a que se pierdan de verdad. Eso sí, es muy
posible que después de unos días en la naturaleza terminen
asalvajados y vuelvan a la civilización algo alicaídos. Pero
siempre te queda la posibilidad de volver pronto. Al fin y al cabo,
Portugal es nuestra vecina. La tenemos al lado. El Algarve está
bañado por el mismo Atlántico que baña nuestra costa occidental a
sólo un par de horas de Sevilla, y ‘La casa del Lago en el
Algarve’ está más cerca de lo que imaginas. Yo os puedo asegurar
que volveré y lo haré bien pronto.
@manuelreyesglz